Vanessa Droz, poetisa
Publicado por Rwida Raud en el blog Intradiégesis. Vistas: 50
IRREDENTA
Las doce menos silencio de mi espera
el asiento herrado de incongruencias
se desliza por la calle
el viento me lo dice todo
la acera gira
la unidad explota
yo soy un aborto
soledad de una sola rueda
Girando
Ella, la de las venas en el mundo
la de los rostros en el aire
la de los ojos en la calle
la de la carga de gente sobre el vientre
Ella, la que se rompía creándome diariamente
la que se caminaba girando hacia atrás
la que se vaciaba su muerte en cada sonido
la que callaba su silencio
para poder enfrentarse con lo que
ELLA regaba por el mundo.
EL LAMENTO QUE SE ESFUMA
En lamento que se esfuma,
una oscura transición de cuerpo amado
copula su ilusión de espuma y hueco,
de adverso antojo.
Se vuelca al lado de mi sombra
y en mi sombra no es sombra
sino hombre que me invento
más allá de la muerte y sus penumbras vegetales
(su ambición cortada de ancha trenza que me anima).
Ni conociendo estoy contenta.
Me sumo, amo tu figura rota que se aleja
(tu cuerpo remoto,
tu lejana alma tallada
hallando vacíos primordiales de distancia).
De dos terrestres cardinales
sólo mi robusto cadáver colgando de la tierra
anda, tiembla y nace.
Yace en vertical mi sueño
que no es sueño sino espejo,
columnado estiércol que rebota
en la hermosa costumbre de mis huesos.
Y sueños que se sueña el sueño con la muerte.
Me voy vistiendo
de un constante hedor a selva agria,
a infame turba de monstruos coloquiales,
a disgusto interno de molusco que transpira.
Me salgo,
y en la rebelde ternura de mi sombra
no tengo edad ni bulliciosa sangre.
De la nada caigo y ni me vuelvo
a reconocer la fiera imagen que me espera.
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